Alguien me invitó a escribir y lo intenté… pero aun no era
el momento, estaba impactada (y lo sigo) por este “evento” tan “original”, tan
global, tan “solidario”… que nos obligó a estar “dentro”… y a sentir soledad,
frustración, miedo, impotencia…
Fui, como muchos, espectadora del bombardeo en internet …
Situación tan nueva para las generaciones que no hemos
sufrido guerras u otro tipo de catástrofes…
Ante el abanico de infinitas posibilidades … me “afilié más” a lo que hacía y decía Papa Francisco… de mucho consuelo y ayuda. Algunas
páginas de la “Iglesia en salida”, además de informaciones “serias” para
entender la situación y hacerme responsable de mí y de el tiempo que se me otorgaba… una nueva manera de
vivir en misión “ad intra”, buscando temas para estudiar y formarme.
Dios me permitió estar en mi soleado y caluroso “terruño” y hospedarme en la
comunidad religiosa de mi congregación HPSSC. Aquí, en fraternidad, haciendo una que otra
“locura” y en la apacible cotidianidad del confinamiento, he compartido vida y
disfrutado de la cercanía de mi familia, hermanas, amigas y amigos de manera
virtual.
Y ahora que todo está volviendo a la “normalidad” y acercándose el día del Sagrado Corazón, se movió en mi interior el deseo de contarles de Alguien que también me ha acompañado este tiempo:
Hace un millón de años...
no es cierto… hace 35 años (1985), cuando mis
padres me llevaron a Zamora, Mich. para iniciar la vida Religiosa, la madre
promotora vocacional, nos llevó a la capilla de la Casa
Central, delante del Sagrado Corazón… una hermosa imagen de tamaño natural,
con una mirada enamorada y cautivante…
Mi padres derramaron lágrimas, ahí me entregaron y me dieron su bendición.
Mi padres derramaron lágrimas, ahí me entregaron y me dieron su bendición.
Al acercarse a verla preguntaron si podrían conseguir una foto de la imagen… y
quedó la promesa.
En Navidad de ese año,
se la llevé a mi papá, como un regalo de mi formadora. Y lo
enmarcaron en uno de los mejores cuadros de la tienda, de esos de “hoja de oro”.
Regresé a Zamora, pero volví en febrero, cuando papá estuvo
en el hospital, finalmente volví en Domingo de Pascua, cuando se fue con Dios.
La imagen del Sagrado Corazón permaneció 21 años en la
recamara de mis padres, acompañando amorosamente a mi madre en su viudez y custodiando sus soledades y tristezas… Testigo silencioso de plegarias, incienso y veladoras… de lágrimas de confianza
y gratitudes… centro de su altar
doméstico … hasta que el Señor la recogió.
En mis idas y venidas, hace 3 años mi hermana me muestra el cuadro y, sin pensar mucho, decido traerlo a casa de las hermanas, ya que es el Sagrado Corazón de nuestra
Casa Central.
Así, al llegar a la casa de mis Hermanas religiosas, el 21 de
marzo que inicia el confinamiento, me dirigí al cuarto en el que me
hospedaría y que sorpresa!! Ahí, a la puerta, estaba el cuadro del Sagrado Corazón de mis Padres… me
estremecí de ternura y nostalgia… y me sentí "en casa"… lo miré
con tanta luz…(una que solo yo conozco), como si me estuviera esperando…
Vino a mi mente el particular murmuro de las plegarias de
mamá, cuando con su mano llevaba los besos de su boca a la esquinita del
vidrio, donde había algo escrito, discreto… casi imperceptible.
Cada que entro o salgo del cuarto es obligatorio “vernos” y saludarnos… a veces escucho: “paciencia”, a veces “animo”, y siempre “TE AMO”…
Y así,… pasaron y siguen pasando los días, a los pies de ese
Corazón de Jesús que custodió los últimos momentos de mi padre y fortaleció a
mi madre…
Desde el fondo de mi ser, infinitas gracias por esta
PRESENCIA AMANTE… que dio a mi estancia una luz diferente… de
hogar, de cobijo, de protección, de promesa cumplida!
"TU CUIDA DE LOS MIOS, QUE YO CUIDARE DE TI Y LOS TUYOS"
Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!
Casi finalizando el confinamiento...
1 comentario:
Super! A quién iremos, si EL es nuestra vida!si EL es nuestro amor. Gracias muy linda tu experiencia y la vida que nos compartes. Tqm😙
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