jueves, 31 de enero de 2008

TODO ES GRACIA

Es de verdad un privilegio y una gracia vivir en el Chad…Nunca pensé que el Señor Jesús me daría la hermosa oportunidad de celebrar mis 25 años de vida religiosa en este país africano. He constatado, que El está con nosotros siempre, que es El quien nos llama y nos da gracia tras gracia, y esto independientemente de nuestra respuesta, de la calidad de nuestro servicio y la cantidad de amor que damos y recibimos. Creo que es mejor decir esto en singular puesto que es mi experiencia la que quiero compartir. He podido constatar que El está conmigo siempre, que es El quien me ha llamado y lo sigue haciendo cada día, me sigue ofreciendo su confianza a cada instante, independientemente de mi falta de confianza, de la calidad de mi servicio, de mi falta de abandono en sus manos y de las tantas veces que no soy capaz de dar y/o de recibir amor. Sentí la llamada del Señor para participar en esta misión a través de mis superiores a quienes agradezco su confianza y paciencia. Desde siempre he experimentado que hay muchas de mis hermanas con las cualidades necesarias para este tipo de misión y el ser consciente de que el Señor quiso confiar en mí, me llena de gozo, de ánimo y al mismo tiempo me desafía a responder a este llamado especial. Para mí, celebrar 25 años de vida religiosa es una oportunidad para hacer un alto, para reconducir mi vida y acercarme más a El, para ajustar todo lo que haya que ajustar y reencontrar el primer amor, el primer entusiasmo, la primeras fuerzas, esas que tenia hace tiempo. El tiempo pasa muy rápido, solemos decir, aunque creo que esto del tiempo es tan relativo… es aquí donde quisiera compartir una experiencia vivida hace ya varios años y que sigue tan presente como si la hubiese vivido hoy. Es un acontecimiento muy triste, pero creo que la vida quiso enseñarme justamente a no perder el tiempo, a dejarme llevar por el amor en el momento presente, no dejarlo pasar… Nuestra Congregación quiso responsabilizarse de un pequeño dispensario en la comunidad de Maybombay, en el sur del Chad. Este dispensario fue llevado por muchos años por Lolita, una de mis hermanas lo dirigió con mucho amor y con una excelente actitud profesional. Ahora ella está luchando con ánimo y esperanza para vencer la enfermedad. Algunas veces, yo la suplía en el dispensario. En los meses de junio, julio, agosto hay mucho paludismo en la región, y el dispensario se convierte como en un pequeño hospital de pediatría. Mucha gente viene sin dinero y como es un dispensario católico, dirigido por extranjeros, se supone que tenemos un patrimonio y no tenemos por qué cobrar. El problema es que, en realidad para el dispensario, es muy difícil lograr completar el dinero necesario de cada mes, para volver a comprar los medicamentos y pagar al personal. Por otro lado, estos meses, son un periodo difícil para las familias pues todavía no realizan la cosecha y lo que guardaron en los graneros para comer durante el año casi se ha terminado, además, el poco dinero con el que contaban lo gastan en otras prioridades y en llevar a los enfermos con los curanderos del pueblo. Un día, estábamos en el dispensario Gabriel y yo, él traducía y yo daba la consultación. Acabábamos de regalar el medicamento a un viejito que no traía dinero y enseguida llega una joven pareja con un bebé de unos 9 meses. El bebé tenía paludismo y fiebre, lo bañamos y después hablamos con los papás para explicarles que, para poder recibir el medicamento necesario, deberían pagar 30 pesos. Empezamos a discutir el precio, pues ellos decían que no tenían nada. Yo propuse que pagaran 10 pesos o 5 pesos por lo menos, cuando… en frente de nosotros, el bebé se fue, como dicen ellos, murió en ese instante en el que estábamos discutiendo el precio de su salud, de su vida. Fue horrible! Gabriel y yo nos quedamos llorando un buen rato y oramos un momento. Buscábamos mil excusas para tranquilizar la conciencia pero no lo logramos. De esto han pasado ya varios años y este recuerdo todavía me hace temblar y aún siento vergüenza por no haber sabido aprovechar el tiempo, el minutito que tenia en mis manos para apoyar, para amar al necesitado, para escuchar el llanto de quien quiso acercarme a mí buscando salud y vida. No tuve la capacidad de aprovechar esta gracia. Sólo Dios puede dar vida es cierto, pero yo no supe vivir el momento presente ni llenarlo de amor. Esta experiencia me hizo confiar más en la Providencia de Dios que no nos deja jamás. Esto también he podido vivirlo y experimentarlo, pues este dispensario de Lolita ayuda a los ancianos, a las mamás que van a dar a luz, a los hermanos discapacitados, a los niños mal nutridos, a los enfermos epilépticos, a mucha gente y siempre ha sido bendecido por Dios a través de tantas personas buenas, de todas partes del mundo, que nos apoyan con su oración, con su ayuda. Solo Dios hace milagros pero se vale de nosotros para realizarlos! Que esta experiencia tan triste y dolorosa me ayude a confiar en la Providencia, a no ser tan calculadora, a dejarme llevar por el corazón ya que el amor es lo único que cuenta. Pues es cierto que las metas, los logros, los apoyos humanos, etc., todo se quedara aquí en el momento en el que Dios nos llame, lo único que contara será el amor con el que vivimos. Que este angelito que se me fue aquel día y por el que yo no quise y no supe hacer nada, nos guarde a todos ustedes y a mí y sobre todo que nos enseñe a amar! Mary Ortiz, hpssc

sábado, 19 de enero de 2008

POR QUE SONRIEN LAS NIÑAS CHADIANAS?

Son las 5 am, Denénodji de 8 años, fue despertada para ir por agua al pozo, mientras su mamâ amamanta al hermanito de año y medio… se despereza sin complejo, busca la olla, la carga sobre su cabeza y con su ûnico vestido, todo deshilachado, sale de la casa rumbo al pozo; ahî encuentra algunas de sus primas y tîas a quienes saluda mientras llega su turno; regresa a casa con la carga sobre la cabeza, su mamâ le llama la atenciôn por tardarse... ella, deja la pesada olla, busca la toalla para cargar a su hermanito en la espalda y meciêndolo, da brinquitos para que deje de llorar, mientras bebe su taza de atole de sorgo,…. Por fin deja dormido al bebê en el petate, busca la escoba de hierbas para limpiar alrededor de la casa… metros y metros de tierra y arena son recoridos por Denénodji encorbada, quien quita de la superficie: hojas, câscaras de cacahuate, cenizas, desperdicios. Ya son casi las 10 am, hora de salir al campo a buscar la leña para cocinar la boule… momento de «libertad»… y de peligro lejos de casa… pues aunque vaya armada de una pequeña hacha no es lo suficientemente fuerte… asî es su vida y ese momento lo disfruta sin pensar en los peligros : puede subir a los ârboles, buscar frutillas silvestres, sacar raîces y seleccionar hojas que darân sabor a la salsa, hasta que encuentra el arbusto indicado para la leña… corta de 6 a 8 ramas de 2 metros mas o menos, con una soga de corteza improvisada las amarra, coloca sobre su cabeza la carga y emprende el camino de regreso a casa con un equilibrio y una dignidad soprendentes. La recibe su hermanito llorando, deja la leña cerca de las ollas y con agilidad desata un nudo en la esquina de su falda de donde saca 3 frutillas silvestres con las que entretiene la boca del bebe; su mamâ la llama para que ayude a moler el sorgo: golpeando con fuerza y ritmo, los granos se convierten poco a poco en harina. Denénodji descansa cuidando a su hermanito, hasta que la comida esté lista. Alrededor de las 5 pm es llamada a llevar el agua con la que se lavan las manos los hombres que comen en primer lugar la boule… lo que sobra serâ dado a los otros niños de casa. Ella comerâ con las mujeres. Y despuês acarrearâ agua para lavar la loza. El sol se estâ ocultândo, van a ser las 7 pm, si aûn siente fuerzas y hay luz de luna, jugarâ un momento cantando y bailando al ritmo de palmas con sus primas y vecinas… sino, la fatiga la obligarâ a caer sobre el petate junto a su hermanito y a dormir para ser despertada al dîa siguiente, repitiêndose, lamentablamente, la misma historia.
Conocî a Denénodji en la catequesis de niños, siempre con su hermanito en la espalda, como una mamâ pequeñita, que a sus 8 años carga con una reponsabilidad que no le toca, pero no lo sabe, llega con su mismo vestidito roto, su cara limpia y brillando, lo mâs sorprendente de ella, y de tantas niñas como ella, es la capacidad que tiene para disfrutar los pequeños momentos en los que vuelve a ser niña y su maravillosa sonrisa… pareciera que lo tuviera todo y que no hubiera sufrimiento en su vida… conocemos su historia y sabemos que no es asî... desde entonces me prometî que no habrîa excusas para dejar de sonreir.
Me vienen a la memoria los rostros de algunos niños, adolescentes y jôvenes que conocî en las escuelas y en la pastoral, personitas que con toda la abundancia que habîa en sus vidas: ropa, comida, juguetes, comodidades, tiempo para ellos, personas que los protegîan y amaban,… aûn asî, NO ERAN FELICES! O al menos, su sonrisa y su alegrîa estaban condicionadas a « algo ». Estas niñas, desde su mâs tierna edad, son «explotadas» por su cultura y lo mâs sorprendente es que, en medio de su opresiôn son capaces de iluminar al otro con una sonrisa… esa sonrisa que sale desde lo mâs profundo de su ser y que no estâ condicionada a un objeto o a una situaciôn, una sonrisa verdaderamente LIBRE, que es entregada sin excusas… quienes recibimos estos tesoros somos interpelados a colaborar para cambiar esta situaciôn de explotaciôn de la niña chadiana… pero, mientras se avanza en este proceso largo y doloroso de restituciôn de la niñez, por lo menos aprendamos la lecciôn: valorar y disfrutar la vida con sus sales, pimientas y vinagres y no condicionar nuestra sonrisa. Asî que cuando no tengas ganas de sonreir y la amargura de la situaciôn te estê avinagrando la vida … acuerdate de DENENODJI y…. por caridad SONRIE!
Paula :)

MISION EN EL CHAD (presentado en la celebraciôn Jubilar de las HPSSC)

AUMENTAR SIN TERMINO EL NUMERO DE LOS AMIGOS DE DIOS

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