martes, 13 de noviembre de 2007

CON UN PEDACITO DE PAN

Hoy fui a mi última misa en la parroquia de mi pueblo... siento paz, (certeza silenciosa) de volver a la misión, acompañada del dolor de dejar a mamá y a la familia ...llegué en el salmo responsorial... y con verguenza entré de puntitas a la iglesia, me arodillé saludando a mi Dios... sentí la mirada del sacerdote y dije para mis adentros... -ni modo, llegué tarde-. El evangelio: "siervos inutiles somos, hicimos lo que teniamos que hacer"... en la homilia el padre giró sobre la importancia de reconocer al Señor en la vida y de la paz que regala a quienes cumplen su voluntad... No podía ser más precisa esa palabra para mi corazón. Pero lo que me estrmeció fue el momento de la comunión... cuando llegó mi turno, el padre buscó en el copón sagrado "un pedacito" de la hostia consagrada en el altar y me la dio con una discreta sonrisa de hermano. Me quebrantó... habîa tratado de seguir con entereza estos ùltimos días ... ante esto me derrumbé. Agradezco infinitamente este delicado gesto de mi hermano sacerdote, a quien saludé brevemente el día de las misiones que me invitaron a participar en la misa. No conozco su nombre, ni hubo otro nexo de amistad, ni lugar de encuentro. Descubro la presencia de Dios amante y misericordioso en su ministro, a quien le inspiró... no sé qué... y con un "pedacito" de pan, gesto de comunión fraterna, me fortaleció, me conrifmó y me envío de nuevo al Africa. Hice lo que tenía que hacer por mi madre y que ahora seguiría sirviêndole.
Esta fue la misa de envío misionero más bella del mundo, en comuniôn, discreta y silenciosa. Hasta la prôxima. Cuídense. Dios los bendice siempre. Con inmenso cariño y gratitud a todos. Paula

viernes, 9 de noviembre de 2007

Mi "hija postiza"

Sonia es una chica que conocí cuando trabajé en preparatoria, ella cursaba secundaria y cruzaba al edificio de prepa para visitarme... me caía bien, era ocurrente y me ponía al tanto de muchas novedades de las chicas de su edad... aunque a veces llegaba cuando estaba al tope de trabajo, se acercaba a mi escritorio muy sonriente con una carta, un chocolate, una rosa... y me pedía que la dejara estar ahí, prometiéndome que se quedaría "calladita" mientras yo terminaba mi trabajo (revisar exámenes, preparar clase, etc.). No se quedaba callada, empezaba a contarme mil aventuras y hacerme una y mil preguntas. Curiosamente nunca le dí clases, pero sí me acompañó a misiones. Nos adoptó a una amiga y a mí como "mamás", y ella siempre utilizó el "apelativo": hija "postiza" (la palabra "postiza" nunca me gustó). Siempre me llamó la atención su cariño, fidelidad y detalles... aún cuando sus compañeras la criticaban porque "qué encontraba en esas monjas, tan aburridas?". Grandes consejos nunca le dí, no era niña problemática, al contrario era terriblemente feliz y con toda su vida en orden, padres ejemplares y cariñosos... además estabamos a 20 años de diferencia generacional... sin embargo se hacía siempre presente de una u otra forma. Nunca le ví interés por la vida religiosa, fue clara, me decía que no querîa ser "monja". Fue una niña que descubrió al ser humano detrás del hábito religioso... había en ella una fuerte voluntad de hacerme feliz...quería realmente ser una amiga... y, como el zorro y el principito, se dio a la dulce tarea de la "domesticación". Después me fui al Africa y ella continuo su camino. Hace unas semanas fui a México para despedirme, justo en esos días hizo contacto con mi amiga y nos invitó a celebrar su cumpleaños y mi regreso al Africa. Disfrutamos con su mamá, hermana y sobrina de una tarde llena de calidez, acompañando los recuerdos y las risas de comida italiana y un buen vino... Ahora está en sus últimos años de medicina... inclinada a la gediatría y con un futuro prometedor. Me dio gusto, ver que sigue siendo la misma "niña" feliz dentro de un cuerpo adulto, llena de sueños y de ganas de servir a los demás. Al despedirnos nos regaló una carta, con un cuento de cómo las cosas que valen la pena, se graban en piedra, para que no se borren... en breve expresaba que nuestra relación sería firme y duradera como la roca. Teminé esa jornada con una agradable sensación de gratitud y alabanza a Dios por esas personas especiales que tocan tu corazón con delicadeza y cariño, que inspiran y acompañan con su recuerdo a lo largo de la vida. Gracias Sonia por tu fidelidad a la amistad y por el cariño que siempre nos has manifestado. Tenemos un compromiso espiritual que va más allá del tiempo y del espacio... Nos sentimos orgullosas de ti y queremos llegar a verte como una doctora apasionada de tu profesión, buscando el bien para la humanidad... tienes todo para lograrlo, aprovecha las oportunidades, vence los obstáculos, nunca pierdas tu sentido del humor y sobretodo SE FELIZ en tu búsqueda y entrega. DIOS TE BENDIGA MI QUERIDA AMIGA E HIJA! (lo de "postiza" sigue sin gustarme) Paula

MISION EN EL CHAD (presentado en la celebraciôn Jubilar de las HPSSC)

AUMENTAR SIN TERMINO EL NUMERO DE LOS AMIGOS DE DIOS

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Evangelizar Africa con los africanos