Son las 5 am, Denénodji de 8 años, fue despertada para ir por agua al pozo, mientras su mamâ amamanta al hermanito de año y medio… se despereza sin complejo, busca la olla, la carga sobre su cabeza y con su ûnico vestido, todo deshilachado, sale de la casa rumbo al pozo; ahî encuentra algunas de sus primas y tîas a quienes saluda mientras llega su turno; regresa a casa con la carga sobre la cabeza, su mamâ le llama la atenciôn por tardarse... ella, deja la pesada olla, busca la toalla para cargar a su hermanito en la espalda y meciêndolo, da brinquitos para que deje de llorar, mientras bebe su taza de atole de sorgo,…. Por fin deja dormido al bebê en el petate, busca la escoba de hierbas para limpiar alrededor de la casa… metros y metros de tierra y arena son recoridos por Denénodji encorbada, quien quita de la superficie: hojas, câscaras de cacahuate, cenizas, desperdicios.
Ya son casi las 10 am, hora de salir al campo a buscar la leña para cocinar la boule… momento de «libertad»… y de peligro lejos de casa… pues aunque vaya armada de una pequeña hacha no es lo suficientemente fuerte… asî es su vida y ese momento lo disfruta sin pensar en los peligros : puede subir a los ârboles, buscar frutillas silvestres, sacar raîces y seleccionar hojas que darân sabor a la salsa, hasta que encuentra el arbusto indicado para la leña… corta de 6 a 8 ramas de 2 metros mas o menos, con una soga de corteza improvisada las amarra, coloca sobre su cabeza la carga y emprende el camino de regreso a casa con un equilibrio y una dignidad soprendentes.
La recibe su hermanito llorando, deja la leña cerca de las ollas y con agilidad desata un nudo en la esquina de su falda de donde saca 3 frutillas silvestres con las que entretiene la boca del bebe; su mamâ la llama para que ayude a moler el sorgo: golpeando con fuerza y ritmo, los granos se convierten poco a poco en harina.
Denénodji descansa cuidando a su hermanito, hasta que la comida esté lista. Alrededor de las 5 pm es llamada a llevar el agua con la que se lavan las manos los hombres que comen en primer lugar la boule… lo que sobra serâ dado a los otros niños de casa. Ella comerâ con las mujeres. Y despuês acarrearâ agua para lavar la loza. El sol se estâ ocultândo, van a ser las 7 pm, si aûn siente fuerzas y hay luz de luna, jugarâ un momento cantando y bailando al ritmo de palmas con sus primas y vecinas… sino, la fatiga la obligarâ a caer sobre el petate junto a su hermanito y a dormir para ser despertada al dîa siguiente, repitiêndose, lamentablamente, la misma historia.
Conocî a Denénodji en la catequesis de niños, siempre con su hermanito en la espalda, como una mamâ pequeñita, que a sus 8 años carga con una reponsabilidad que no le toca, pero no lo sabe, llega con su mismo vestidito roto, su cara limpia y brillando, lo mâs sorprendente de ella, y de tantas niñas como ella, es la capacidad que tiene para disfrutar los pequeños momentos en los que vuelve a ser niña y su maravillosa sonrisa… pareciera que lo tuviera todo y que no hubiera sufrimiento en su vida… conocemos su historia y sabemos que no es asî... desde entonces me prometî que no habrîa excusas para dejar de sonreir.
Me vienen a la memoria los rostros de algunos niños, adolescentes y jôvenes que conocî en las escuelas y en la pastoral, personitas que con toda la abundancia que habîa en sus vidas: ropa, comida, juguetes, comodidades, tiempo para ellos, personas que los protegîan y amaban,… aûn asî, NO ERAN FELICES! O al menos, su sonrisa y su alegrîa estaban condicionadas a « algo ».
Estas niñas, desde su mâs tierna edad, son «explotadas» por su cultura y lo mâs sorprendente es que, en medio de su opresiôn son capaces de iluminar al otro con una sonrisa… esa sonrisa que sale desde lo mâs profundo de su ser y que no estâ condicionada a un objeto o a una situaciôn, una sonrisa verdaderamente LIBRE, que es entregada sin excusas… quienes recibimos estos tesoros somos interpelados a colaborar para cambiar esta situaciôn de explotaciôn de la niña chadiana… pero, mientras se avanza en este proceso largo y doloroso de restituciôn de la niñez, por lo menos aprendamos la lecciôn: valorar y disfrutar la vida con sus sales, pimientas y vinagres y no condicionar nuestra sonrisa.
Asî que cuando no tengas ganas de sonreir y la amargura de la situaciôn te estê avinagrando la vida … acuerdate de DENENODJI y…. por caridad SONRIE!
Paula :)
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