domingo, 4 de mayo de 2008
EL FELIPILLO TIENE SIDA
viernes, 2 de mayo de 2008
NOS UNE CRISTO Y POR ESO SONREIMOS
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Conocer hermanos de diferentes nacionalidades ha sido una de las experiencias más agradables de esta misión, saber que no importa de donde vienes siempre compartes con una sonrisa el mismo ideal, seas Mexicano, Chileno, Colombiano, Polaco, Hindú, etc. Aqui una sonrisa dice mucho. Han pasado cinco meses en los cuales poco a poco voy aprendiendo algo nuevo, me doy cuenta que todos dejamos nuestra patria, nuestras familias, nuestra cultura, nuestro idioma por seguir a Cristo, realizar la tarea misionera desde el carisma de cada una de nuestras comunidades. Pero Lo realmente asombroso es que aqui encuentras todo el cariño y la fuerza que siempre habias tenido en tu familia, el Espíritu Santo actúa y nos acompaña cumpliendo las palabras de Jesús. “Les aseguro que cualquiera que por mi causa y por aceptar el evangelio haya dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre o hijos o terrenos, recibirá ahora en la vida presente cien veces más en casas, hermanos, hermanas y terrenos, aunque con persecuciones y en la vida venidera recibirá la vida eterna.” Mc. 10, 29-30. Asi es: La palabra de Dios es viva y eficaz, se siente como el aire fresco que roza tu piel en un sereno atardecer cerca del río, cuando estas aquí lejos de tu familia de aquellos que te cuidaban y estaban al pendiente de ti. Te enfermas! y nunca imaginabas que aquí tendrías una pequeña familia conformada por hermanos de diferentes países para decirte que ellos están a tu lado y hacen lo mejor para que te sientas bien y continuemos juntos nuestra labor, todos unidos con el mismo objetivo: reflejar y testimoniar a Cristo. Quisiera mencionar un pasaje del numeral 11 del decreto AD GENTES, del Concilio Vaticano II sobre el testimonio cristiano: “Para que los cristianos puedan dar fructuosamente el testimonio cristiano de Cristo, únase con aquellos hombres por el aprecio y la caridad, sintiendose miembros del grupo humano en el que viven y tomen parte en la vida cultural y social interviniendo en las diversas relaciones y negocios de la vida humana; familiarícense con sus tradiciones nacionales y religiosas; descubran, con gozo y respeto las semillas de la palabra que en ellas se contienen.....” Poco a poco voy descubriendo la obra de Dios, lo que tiene para este humilde servidor, solo estoy atento dispuesto a aprender todo aquello que me ayude a crecer tanto espiritual como humanamente para enfrentar los retos de esta misión en el Chad. Esta ha sido mi opción: mirar a Cristo en medio de los pobres y unirme a aquellos que han sentido el mismo llamado sin importar lengua, cultura o nación. Aqui estamos dedicando nuestro tiempo a los pobres, prestandoles una amable atención, escuchándolos con interés, acompañándolos en sus momentos dificiles, compartiendo con ellos horas, días, semanas, o años de nuestra vida para buscar, desde ellos, la transformación de su situación. Admiro el testimonio de los misioneros que dedican su vida entera a un pueblo, aûn con las grandes dificultades que encuentran son felices. Recuerdo que cuando ya estaba a punto de venirme al Chad, llegô a mis manos un hermoso libro que me animó tanto! Era la historia de dos sacerdotes: uno canadiense y el otro español, trabajaban en el Amazonas del Perú y el Ecuador acompañando a las comunidades indígenas, entregaron su vida en el acompañamiento de estos pueblos, asumiendo las palabras del decreto Ad Gentes. Uno aun vive y el otro murió como uno más de su tribu. Llego aquí y me encuentro con misioneros que llevan 50, 35, 20 años acompañando a este pueblo, llegaron en plena juventud! Yo solo le pido a Dios que me ilumine y que pueda ver en esos testimonios un aliento en mi vocación misionera, pues mi ûnico deso es “SERVIR A CRISTO Y A SU IGLESIA CON CORAZÓN GRANDE Y ÁNIMO DECIDIDO”.